Plano medio, blanco y negro. Modelo con texto tatuado en la espalda leyendo un libro con librería de fondo.
¿La fotografía es un lenguaje? Plano medio, color. Modelo con texto tatuado en la espalda leyendo un libro con librería de fondo.
(c) Alois Glogar

Vayamos directamente a responder la pregunta planteada en el título. El motivo por el que, casi con toda probabilidad, has llegado hasta aquí. “¿Es la fotografía un lenguaje?”… No siempre. Puede serlo, pero no siempre lo es.

Quizás lo mejor sea comenzar estableciendo unos puntos de partida. La RAE define lenguaje, en su primera acepción, como el conjunto de sonidos articulados con el que el hombre manifiesta lo que piensa o siente. O, como bien resume FUNDEU, en una definición en la que encajaría, de manera más natural, la fotografía, un sistema de comunicación o de expresión de conocimientos. La lengua, en consecuencia, sería la manifestación de ese lenguaje.

Parece, en primera instancia, que la fotografía quedaría fuera de estos “sistemas de comunicación”. Porque semiológicamente un lenguaje necesita de elementos que puedan ser sistematizados en su combinatoria y que (como es el caso de la fotografía) no sean una mera representación analógica de la realidad. Este punto no se da. Las imágenes que nacen de una cámara no contienen, en principio, esos elementos que puedan ser ordenados y reglados en sus combinaciones para repetir significados y establecer patrones claros de comunicación entre emisor y receptor. De hecho este es, muchas veces, uno de los mayores problemas del arte: la diferencia de código (sistema de comunicación) entre el emisor (artista) y el receptor (espectador) del mensaje contenido en la obra.

Pero volvamos a los problemas de la fotografía para ser considerada un lenguaje desde el punto de vista semiológico y los elementos “reglables” que no contiene. En un lenguaje convencional, en cualquier signo lingüístico, según definió Ferdinand de Saussure en su libro, póstumo, “Curso de lingüística general” de 1916,  se puede distinguir claramente entre significante (las letras de una palabra o palabras que se refieren a una realidad concreta, esto es: la parte “material” de dicho signo, puesto que se escucha, en el habla, o se lee, en la escritura) y significado (la realidad concreta a la que se refieren las letras o palabras utilizadas para representarla en lenguaje oral y escrito,es decir, lo inmaterial: el concepto o idea evocado en nuestra mente en correspondencia a lo leído o escuchado).

Esto no se da en una fotografía. La realidad y su representación son idénticas. Significante y significado coinciden, parecen ser inseparables. Cuando fotografiamos una mesa eso es lo que aparece en la imagen y en nuestra mente. Esto hace imposible, en principio, la combinación de diferentes significantes para representar significados distintos. En este punto parece imposible asociar la fotografía al concepto de lenguaje.

Y, de hecho, muchos tipos de fotografía (industrial, geográfica, científica, moda (parcialmente), etc…) se quedan ahí. En meras representaciones, más o menos exactas, de la realidad.  Sin la más mínima posibilidad, ni intención, de sumar ninguna capa más de contenido al mensaje transmitido ni de ser considerados, bajo ningún supuesto, un lenguaje.

Pero no la totalidad de la fotografía. De hecho, la mayoría de la fotografía tiene posibilidades de considerarse un lenguaje. Pues, a pesar de ser una representación literal de la realidad, como he dicho antes, hay elementos en la imagen que, aunque no están realmente en ella, el entorno cultural del espectador los suma a lo que está viendo. Dichos elementos, si la imagen es el resultado del trabajo de un fotógrafo de verdad, y no solo el propietario de una cámara, estarán ahí con total intencionalidad. Con el objetivo de generar la evocación de esos elementos culturales y establecer una comunicación más compleja con el espectador.

Roland Barthes, en su libro “La cámara lúcida” afirma que en las imágenes (él suma a la fotografía el cine) hay elementos que se pueden considerar “retóricos” y/o de “connotación”. Esta sería la denominación que él le daba a estos elementos (y que sigue siendo válida y usada en la mayoría de los trabajos de teoría fotográfica) que se pueden desligar de su simbolismo directo (ser una representación analógica de algo real) para pasar a sumar capas de significado secundario a la imagen.

Este sería el paso definitivo para empezar a considerar la fotografía como un lenguaje completo y complejo. Puesto que ya hemos establecido unos elementos que son aislables de su referente analógico y sometibles a una reglamentación combinatoria.

Ahondando en esto, si en una imagen seleccionada vemos un perro ladrando desde muy cerca, enseñando los dientes y con babas colgando, fácilmente podemos pensar en furia, rabia, enfado, ira…  Si la imagen es un campo que llega hasta el horizonte, con un cielo repleto de nubes negras y una sola figura humana, diminuta, en esa composición; también, de manera sencilla, viene a nuestra mente nostalgia, tristeza, abandono…

Todas estas emociones se desprenden de la combinación de elementos que, de manera independiente podrían no tener ningún contenido secundario. Pero combinados de la manera indicada sí lo tienen. Y de hecho, culturalmente, son elementos que se identifican e interpretan fácilmente. Puesto que, al igual que un idioma/lenguaje, en su entorno cultural natural, todos los hablantes comparten el mismo código. Y ese conocimiento común es lo que hace posible establecer la comunicación.

Y ¿dónde están estos elementos retóricos que se desligan de su representación analógica, de su significado, para adquirir una nueva dimensión de contenido? Esta es una respuesta fácil a la que, probablemente, ya habéis llegado a estas alturas del post: en el estilo, en la composición, en la paleta de colores, en la temperatura de color… De una manera sencilla: en la manipulación que hacemos de la realidad a la hora de tomar y procesar las imágenes de nuestra cámara. Del mismo modo que un poeta manipula la representación directa de la realidad y el orden convencional de las construcciones gramaticales acordadas, en una comunidad, para el habla convencional, con la intención de crear un determinado tipo de belleza en el lenguaje. Un fotógrafo comienza a distorsionar lo que ve en el momento en el que decide el encuadre que va a dar a su imagen.

Y continúa haciéndolo cuando selecciona la paleta de colores, cuando decide cambiar la temperatura de color, cuando guía la mirada del espectador por la imagen a través de alteraciones parciales del contraste y la saturación de determinados colores de manera zonal. Y todo esto para comunicar, con mayor o menor fortuna, algo al espectador de su obra. Igual que un escritor que puede conocer las palabras y las reglas pero no ser capaz de escribir dos frases cargadas de emoción.

Y aquí, en el final, es cuando volvemos a la pregunta que da título al post. “¿La fotografía es un lenguaje?”… Queda claro que puede serlo. Tiene los elementos para serlo. Pero, seamos claros, al igual que en cualquier otro lenguaje, el hecho de tener signos que pueden descomponerse en significante y significado, y que haya unas normas comunes (en un determinado ámbito cultural/geográfico) para la combinatoria, de estos elementos, que hace posible la comunicación entre emisor y receptor. Contar con todos estos elementos no solo no garantiza una comunicación de nivel, ni tan solo garantiza la comunicación entre miembros del mismo entorno cultural.

Del mismo modo que tener todos los ingredientes del pan no garantiza que se pueda hacer pan. Hay que saber cómo hacerlo. Y, aun así, hay quien sacará del horno piedras incomibles y quien, con los mismos ingredientes y herramientas, conseguirá un pan excelente.

Que la fotografía sea, o pueda ser, un lenguaje, no garantiza que consiga comunicar nada “per se”. Esta posibilidad está en las manos del fotógrafo. En su formación cultural, en el conocimiento de su entorno social, en su capacidad para hacer llegar su mensaje a diferentes niveles… La fotografía es un lenguaje, pero quien la hace hablar o la convierte en muda somos nosotros: los fotógrafos.

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Zona Ocho Fotografía

En primer lugar darte la enhorabuena por el post. Me ha parecido muy interesante la forma en que has tratado y hablado sobre este tema. Y en segundo lugar darte mi opinión. Yo como fotógrafo considero que toda fotografía tiene su lenguaje ya que nos transmite algo, y hace que la persona que la está viendo tenga una reacción o sentimiento hacia ella.

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Jaime Marchiani
Jaime Marchiani
6 años

Hola un gran saludo, excelentes post que invitan a reflexionar mas profundamente acerca de esta apasionante manera de vivir y ver que es la fotografía, Leí por ahí que la fotografía es un lenguaje pero carecía de código y a mi parecer puede ser cierto ya que la fotografía la interpreta en mayor medida el espectador, quien ve la fotografía la codifica para luego decodificarla, construyendo una
o mas realidades a través de las miradas de quienes observen la foto, el fotagrafo aporta su mirada, su impronta pero esta está supeditada al «juicio» del observador. Saludos

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