Plano medio, blanco y negro. PIernas y culo de modelo, vista de espaldas. Piernas cruzadas y puños, sobre el culo, apretados.
Fotografía y censura. Plano medio, blanco y negro. PIernas y culo de modelo, vista de espaldas. Piernas cruzadas y puños, sobre el culo, apretados.
(c) Alois Glogar

El proceso creativo aparentemente finaliza cuando una fotografía está acabada. Cuando hemos terminado el procesado de la imagen. De manera que lo que se ve en la pantalla del ordenador es lo mismo (o cercano) a lo que había en nuestra cabeza cuando disparamos. Pero… Aún queda algo por hacer, que, si bien no forma parte del proceso creativo propiamente dicho, sí que tendríamos que considerarlo un añadido, casi, imprescindible: la difusión.

Y la difusión, según el estilo de nuestro trabajo, puede encontrar problemas en las rrss para ser ejecutada. La mayoría de ellas, las masivas (Facebook, Instagram, Twitter…) al menos, con criterios de publicación muy claros y muy estrictos. Y no suelen tener el más mínimo reparo en aplicar la eliminación de contenidos cuando estos no encajan en esos criterios.

¿Hay censura en las redes sociales? Sí. ¿Tenemos derecho a quejarnos por ello? No.

Antes de continuar debo introducir un matiz para decir que nadie nos puede impedir manifestar nuestra opinión donde y como nos plazca. La libertad de expresión ha sido un derecho ganado con un coste muy alto por parte de quienes lo consiguieron.Y, aunque a algunos les gustaría recortarlo, esto solo debería ser discutido en casos absolutamente excepcionales… Y, en este momento, a mí no se me ocurre ninguno que lo justifique.

Pero, lo que quiero decir es que no podemos quejarnos de la censura que, por ejemplo, aplica Facebook a las fotografías que considera pornográficas, que incitan a la violencia, etc… Ellos lo dejan bien claro en las normas del sitio. Sí, esas normas, como los contratos de licencia de los programas, que nadie lee. Hicimos clic en el botón de aceptar cuando nos dimos de alta. Con lo que acordamos con Facebook que nos parecía bien y estábamos de acuerdo con lo que ponía allí.

Pero es mucho más sencillo, por una parte, no hacer el esfuerzo de saber las normas del sitio donde estás y, por otra, jugar la baza del victimismo. Baza que difícilmente va asociada a algo que no sea la falta de calidad… Un enemigo gigantesco y obsesionado con nosotros tapa todas las carencias que tengamos: “¡Algo tan grande como FB tiene tiempo para fijarse en mis fotos y borrarlas!”…

Sin duda los “fans” de un fotógrafo tan mediocre deben de ser, como mínimo, igual de mediocres que él. Así que se sumarán a la queja. Insultarán a FB o Instagram (no olvidemos que son parte de la misma empresa), escribirán discursos, en los comentarios de la queja, sobre la libertad de expresión tan infantiloides como vacíos de alguna idea coherente, animarán al mártir del “gran censor” a seguir subiendo fotos de igual tono y, por supuesto, siempre habrá alguien que hablará (si no lo ha hecho primero el fotógrafo aspirante a mártir) de los reprimidos que podrían haber denunciado la fotografía eliminada… A partir de ese momento empieza el discurso de descalificaciones hacia otros usuarios: los que, en connivencia con la red social, han denunciado la foto clamando que fuera eliminada…

La censura en las redes sociales es la última piscina de bolas de los fotógrafos mediocres. Gracias a ella adquieren una resonancia que no tendrían de otra manera. Probablemente ya tengan su legión de seguidores de baja calidad (ya hemos hablado por aquí de lo que significa esto). Pero en silencio. Dejando solo sus “me gusta” “automáticos” adornados, de tanto en tanto, con un: “Fotón!”, “Fotaza!”, “como lo as echo?”… y similares en los comentarios. Pero sólo la indignación por la “persecución injusta”, del gigante americano, hacia un artista que solo busca expresarse, les puede movilizar para construir una cadena de comentarios de cientos de quejas hacia la red social en la que están escribiendo. Nada une tanto como un enemigo común. Y nada hace más por la difusión de una obra mediocre que una supuesta persecución “injusta e injustificable”.

Pero, vamos a ver. ¿A alguien se le ocurriría apuntarse a un club ciclista y quejarse porque no le dejan correr con moto?… Solo a un idiota (o similar), ¿verdad? Pues lo mismo con las redes sociales. Las que censuran fotografías (Facebook, Instagram, Google +, etc…) dejan bien claro en sus “contratos” qué tipos de fotografías son admisibles y qué tipos no. Quejarse a posteriori es: o de ignorantes o de idiotas malintencionados que buscan repercusión abusando de la ignorancia de los que les siguen.

Básicamente, en el segundo caso, están insultando a los que les siguen. Como un mal político populista, que cuenta mentiras o verdades parciales, para manipular a sus seguidores y conseguir que les jaleen. Y lo hacen a sabiendas de que están engañando. Y este “a sabiendas” implica un desprecio intelectual hacia la persona a la que se dirige el mensaje. Quizás te quieras pensar, ahora, un poco más, sumarte a otra de esas campañas “espontáneas” de “queja y defensa global” de un fotógrafo víctima de la censura del malvado Mark Zuckerberg.

Habría también que desmitificar algo: la denuncia. Muchos de estos fotógrafos (por lo general, como digo, malos de solemnidad) que se quejan de la censura implacable de sus creaciones por parte de, sobretodo, FB, acusan a algunos de sus seguidores de ser unos traidores envidiosos que denuncian sus fotos para que sean eliminadas. Y en alguna ocasión tendrán razón. Pero la verdad de las estadísticas dice otra cosa. La mayor parte de las imágenes eliminadas lo son porque el algoritmo de detección corporal de FB identifica lo que cree que es un desnudo y lo borra.

Esto ha generado múltiples confusiones. Algunas tan conocidas como la eliminación, por pornograficas, de unas imágenes de mujeres mastectomizadas que formaba parte de una campaña de concienciación sobre la importancia de la prevención en el cáncer de mama. Las múltiples quejas de los usuarios consiguieron que se incluyera este tipo de imágenes (junto al de madres dando el pecho a sus hijos y alguna más) entre las que están permitidas. De hecho, no hay más que rastrear un poco en Google para encontrar casos en los que Facebook ha reconocido el valor artístico (u otro) de la fotografía eliminada y la ha restituido.

Es decir, solo un reducido porcentaje de las imágenes eliminadas, lo lamento “fotomártires”, lo son por denuncias de seguidores traicioneros o envidiosos de vuestro talento… Y FB no se levanta todas las mañanas pensando en revisar vuestra “obra” con una mano mientras acaricia un gato persa con la otra… Es un pequeño grupo de líneas de código el que se encarga de eso. Lo siento.

Hay que separar también a los fotógrafos que suben fotos autocensuradas incluyendo un link a sus webs o a otras rrss donde sí se permite el desnudo. Ellos no lloran, solo explican el porqué de su autocensura y te invitan a donde sí se puede ver su trabajo sin problemas. Han encontrado, o seguido, una manera de evitar el borrado de sus imágenes y mostrarlas. Es la diferencia entre el berrinche de un niño pequeño que se enfada porque sí y el adulto que busca adaptarse a los obstáculos que encuentran y, si puede, revertirlos a su favor.

Las limitaciones éticas y estéticas de las rrss son reglas del juego. No máscaras para esconder la mediocridad de un trabajo fotográfico carente de cualquier valor artístico. Porque, una cosa más… ¿De verdad a nadie más le llama la atención que FB sea tan estricto en su política de borrado y, sin embargo, con un sencillo, y minúsculo, pixelado en un pezón o en los miembros sexuales, permita la misma imagen? No parece evidente que nos está diciendo: “Tengo que tener contentos a los sectores conservadores de mis usuarios. Pero no te quiero perder a ti. Quiero mantener a los creadores. Os ofrezco una solución que nos permita trabajar a los dos. Tu puedes publicar (y enlazar) tu trabajo y yo aumentar mi base de usuarios en sectores conservadores que se mostraban reticentes”… No es más que una opinión. Pero, al menos yo, estoy convencido de que es así.

La censura nunca es buena, es una limitación del derecho a la libertad de expresión. Y las limitaciones de un derecho difícilmente son algo bueno o positivo. Pero un sitio privado, precisamente por ser privado, puede establecer reglas de pertenencia y normas de comportamiento interno… Y si queremos pertenecer a ellos debemos acatarlas.

Porque ese acatamiento no es sumisión. Es conocimiento, sabiduría e inteligencia. Y todo ello permite cómo encontrar las maneras de continuar promocionando tu trabajo en una red social masiva y que, de momento, no nos engañemos a nosotros mismos, es necesaria para la difusión de tu trabajo hasta que consigas un nivel que te sitúe por encima de la propia red social… Pero, mientras tanto…

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Información Bitacoras.com

Valora en Bitacoras.com: El proceso creativo aparentemente finaliza cuando una fotografía está acabada. Cuando hemos terminado el procesado de la imagen. De manera que lo que se ve en la pantalla del ordenador es lo mismo (o cercano) a lo que habí…

G.P.V.
8 años

Un artículo brutal, me encanta la reflexión y la redacción. No puedo estar más de acuerdo, enhorabuena por tu trabajo.
¡Un saludo!

antonio mc
8 años

Yo no diría como que es refugio de mediocres, sino de gente poco coherente -sean o no buenos fotógrafos- Estoy totalmente de acuerdo es que es incomprensible que se quejan cuando las condiciones están claras desde el principio. En Flickr, por ejemplo, no existe esa censura siempre y cuando marques tu foto como ‘moderada’ o ‘restringida’, pues aún así muchos se quejan. Yendo más allá, es algo que está presente en otros ámbitos, como personas que denuncian que la iglesia no les deja ser padrinos/casarse/etc por ser gays/divorciados/etc. Pero ¿por qué querría una persona homosexual participar en un ritual de… Leer más »

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[…] bien… dos cosas. La primera: esta actitud, como la de los fotógrafos que se quejan de la censura que aceptaron voluntariamente al darse de alta en la red social en la que después se rasgan […]

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