Aunque parece que lleva toda la vida instalada en nuestros teléfonos no es así. Instagram nació en Octubre del 2010 con una foto que, aunque parezca mentira, no era de un gato. Era de este perro mas bien malencarado. En ese momento todo el mundo recogió la noticia como algo que iba a ser revolucionario. No sabíamos muy bien como, pero tenía todo lo que hacía falta para conseguirlo: ponía una cámara de fotos en tu bolsillo, permitía ser social de manera instantánea, te ponía en contacto con gente con inquietudes artísticas y estéticas similares a las tuyas… Y no hacía falta más que sacar el teléfono del bolsillo y hacer una foto. Se abría un mundo de oportunidades… pero al final, Instagram ha sido una oportunidad perdida.
Pero, ¿como se puede afirmar que algo que cuenta con mas de 150 millones de usuarios activos es una oportunidad perdida? Desde luego no lo es en términos de negocio, si no que se lo pregunten a los fundadores, Kevin Systrom y Krieger Mike, que consiguieron que en 2012 Facebook pagara 1.000 millones de dolares por su aplicación. Tampoco en términos de uso, puesto que, según algunos cálculos, se suben 15 imágenes por segundo.
La oportunidad perdida es fotográfica. Instagram iba a poner en práctica extrema ese axioma que asegura que el elemento más importante de una fotografía no es la cámara, es el fotógrafo. Si nos veíamos obligados a utilizar la cámara de nuestros móviles, nos quedábamos sin toda la asistencia tecnológica de nuestras DSLRs y todo quedaba a expensas de la calidad de nuestra mirada. Y, de hecho, así fue al principio. Entre las miles de fotos de gatos, pies, puestas de sol, comidas, selfies en cuartos de baño sin arreglar… entre todo esto se podían encontrar verdaderas maravillas.
Como las del misterioso japones mr007, del que apenas se sabe que vive en Tokyo y que, excepto colaboraciones señaladas, todo lo que se ve en su cuenta esta realizado con su Iphone. O el arquitecto español Gabriel Samper… por poner solo dos ejemplos de los miles de maravillosos fotógrafos (o no) que demostraron que si sabías mirar, la máquina con la que lo hacías no tenía importancia.
Pero esto no ha sido así. De hecho, lo es cada vez menos. Continúan habiendo esforzados usuarios que intentan conocer y exprimir hasta la última gota tecnológica posible de sus teléfonos móviles. Pero junto a ellos, cada vez más, hay fotógrafos que solo utilizan Instagram como aplicación para direccionar tráfico a sus webs.
Es decir: utilizan una aplicación de fotografía móvil para subir fotos realizadas con cámaras profesionales. E, incluso, la propia Instagram recomienda fotógrafos que en sus perfiles no tienen ni una sola fotografía tomada con un teléfono móvil. E, insisto, cada uno es libre de utilizar las cosas como mejor le parezca. Yo soy el primero que combina la promoción de fotos DSLR con la exposición de fotografías móviles. Pero siempre intentando aprender de las limitaciones del teléfono para hacer del defecto, virtud. Y que, al mismo tiempo, todo eso sea una enseñanza que pueda trasladar a una cámara mayor. Porque saber hacer fotos «a ciegas», sin ninguna asistencia, te permite sacar mejor partido a todo el arsenal tecnológico que encierra cualquier cámara réflex moderna.
Y esa es la gran oportunidad perdida. Instagram pudo haber sido el sitio de encuentro de fotógrafos reales. De personas que, independientemente de su profesión, tuvieran un don en su mirada y una generosidad que les hiciera compartir el fruto de esa manera privilegiada de ver el mundo. Y eso no debía de ser excluyente, junto a ellos podían vivir gatos, pies, comidas y puestas de sol… Pero Instagram, primero, y ahora Facebook, no tienen ningún interés en potenciar este aspecto de la aplicación, que está en vísperas de incluir publicidad. Y esto, como todos sabemos, se lleva más que mal con la experimentación.
Por eso, cada vez más, se promociona y da visibilidad a fotógrafos que solo tienen fotografías profesionales en sus cuentas. En consecuencia cada vez más los que experimentan con las limitaciones de la cámara de sus móviles llegan a menos personas y por eso Instagram es la gran oportunidad perdida de la fotografía.
Excelente post de Instagram… Aunque todavía hay mucho por sacar de este Mounstro de las redes sociales… Y si también: Todavía esperando la aplicación para fotógrafos …
Muchas gracias por comentar. Es el típico caso de perversión de la intención original. No quiero decir, con esto, que sea malo el uso mayoritario que se le da, por parte de los fotógrafos, pero si que no tiene nada que ver con la idea inicial.
Un gran abrazo.