Plano medio, colo. Modelo, desnuda y tatuada, recogiéndose el pelo y mirando a cámara
(c) Alois Glogar

Lo primero que habría que dejar claro es que una persona que haya conseguido pagar sus facturas y llenar su nevera con el dinero obtenido a través de la actividad del posado ya ha convertido esta actividad en su profesión, como bien explica el diccionario de la RAE. Pero si seguimos investigando en el diccionario, veremos un matiz interesante escondido en la quinta acepción de la palabra profesional : «Persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación».

La modelos «profesionales» siempre reciben la cantidad de dinero estipulada, previamente, por su trabajo (o así debería ser). Pero la «relevante capacidad y aplicación» no siempre se da. Y es por eso que la calidad de una modelo no siempre está en su condición de profesional o en su autoproclamada condición de «modelo». Porque ese adjetivo calificativo no se merece solo con quererlo.

Pero, en contra de lo que mayoría pensará, una buena modelo no se distingue, únicamente, por posar bien, por saber interpretar las instrucciones de un fotógrafo, por una belleza armónica… Todas estas características se le suponen de «obligado cumplimiento». Pero hay otras que marcan la diferencia entre quien «solo» sabe posar bien y quien, además, de verdad, es modelo. Y, en mi opinión, no se es modelo si no se sabe cómo decir que no a la propuesta de un fotógrafo.

Y antes de que penséis que eso es una tontería y que cualquiera puede decir que no, os pongo algunos ejemplos que, seguro, no os resultarán extraños si sois fotógrafos/as… e, incluso, si sois modelos.

Todos nos hemos encontrado con la situación de tener un intercambio de mails con una modelo que, en principio, ha mostrado interés en la propuesta que se le ha hecho llegar y acuerdo en las condiciones que se le proponen y en el estilo fotográfico a aplicar a la sesión. Y, llegado un punto del intercambio de información (mails) la modelo deja de responder.

Se deja pasar un tiempo prudencial y se le manda un mail «recordatorio». Esta modelo vuelve a responder, con disculpas por el silencio, o no, y se retoma la preparación de la sesión… pero un mail o dos después vuelve a desaparecer. Y esta vez es para siempre. Porque, al menos yo, doy por hecho que no tiene interés y dejo de insistir.

Da igual que sea el fotógrafo el que mande la propuesta, que sea la modelo la que se ponga en contacto con el fotógrafo, que la sesión sea en formato TFP o remunerada… Esto es irrelevante si una de las dos partes  (y esto que estoy diciendo es aplicable, punto por punto, a los fotógrafos cuando actuamos así) no se sabe comportar de una manera profesional.

Nada ni nadie obliga a una modelo a aceptar una propuesta que no le es interesante. No debe a nadie una explicación de por qué no quiere hacerla, pero sí que es de persona que se toma en serio su trabajo, o su afición, responder a todos los mails que recibe con una propuesta seria. Porque, de la misma manera que, lógicamente, una modelo que se toma en serio lo que hace no quiere perder el tiempo con sesiones que no le aportan nada. Un fotógrafo no querrá perder el tiempo con una modelo que no está realmente interesada en la propuesta hecha.

Ya que, solo esperando una respuesta se puede perder una valiosa semana y en el intercambio de mails quizás estemos hablando de un mes desperdiciado. Que, si la modelo se hubiera sabido comportar de una manera profesional, el fotógrafo no hubiera perdido. Insisto: este razonamiento viaja, de la misma manera, en sentido contrario y se puede/debe aplicar a los fotógrafos.

Todo por no tener el valor de decir que no y explicar, aunque sea de manera sucinta, el por qué. Si se es verdaderamente profesional no debe de existir el miedo a dar una negativa. No hay nada, como decía antes, que obligue a una modelo a aceptar una propuesta, a dar una explicación de porque no acepta una propuesta ni a contestar a un mail… Pero, el detalle de hacerlo es lo que marca la diferencia entre una modelo que pretende ser seria y una chica que juega a ser modelo.

Y por eso, aunque ganen dinero y aparezcan en revistas impresas, no son modelos. Son chicas que quieren que se les hagan fotos y les digan lo maravillosas que son… Porque en el fondo saben que no lo son. Porque una modelo de verdad, amateur o profesional, no hace eso. Una modelo de verdad si quiere hacer una sesión contigo acepta después de habérselo pensado y decidir que está convencida, e implicada, con el proyecto que se le ofrece. De la misma manera que te rechaza con claridad y sin hacerte perder ni un minuto de tu tiempo. Tan de agradecer es una cosa como la otra. Porque en los dos casos sabes que te has dirigido a modelos de verdad y no a alguien con la cabeza hueca o, aun peor, llena de pájaros.

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