Constantemente, casi como un mantra, leemos (oímos) algo parecido a: “tenemos que hacer que el espectador vuelva a mirar las fotografías como antes”… Es una intención loable, sin duda. Pero ¿tiene sentido recuperar una mirada fotográfica anterior cuando todo lo demás ha cambiado?
Posiblemente no. Erik Kessels en las entrevistas de promoción de su libro “The many lives of Erik Kessels” se sumaba a este argumento con absoluta entrega. De hecho, lo consideraba su misión. Afirmaba que: “nos hemos vuelto unos iliteratos visuales, consumidores pasivos. No leemos las imágenes, la calidad se pierde en un mar de cantidad”. Y aunque no le falta parte de razón, es una argumentación tramposa.
La calidad fotográfica no se pierde en ningún mar de cantidad. Como las obras maestras de la literatura no se perdieron enterradas en la multiplicación de publicaciones que produjo la invención, en 1450, de la imprenta . Cierto que hay que dedicar más tiempo (quizás atención) a la búsqueda. Pero está donde siempre ha estado, si no somos unos vagos que queremos que nos lo den todo hecho… Cosa que, por otra parte, muchas veces somos y ayuda a entender la popularización de un determinado tipo de arte… aunque este no es un blog de arte y dejaré ese charco para otros.
El argumento de Kessels es un ejemplo claro de ideario construido a posteriori. Una vez hecha la “obra” nos inventamos un “algo” teórico que lo sustente… Igual que como cuando, el mismo autor, asegura que abandonó su trabajo de publicista cansado de imágenes perfectas que se consideraban las únicas aceptables en su profesión. Ello le llevó a la búsqueda de imágenes antiguas, amateurs, en mercadillos (su obra se basa, mayoritariamente, en la curación de este tipo de imágenes). Imágenes imperfectas, con “faltas, flaquezas y errores” que él consideraba más humanas y auténticas… Siguiendo la misma secuencia de pensamiento: las imágenes publicitarias perfectas también deberían de ser consideradas llenas de “faltas, flaquezas y errores, respecto de la naturaleza humana”… Es decir: auténticas. Porque no olvidemos que no se refiere a fallos humanos… se refiere a la fotografía como objeto creativo.
Si uno de los adalides de la recuperación de un determinado tipo de mirada sobre la fotografía basa su obra en premisas, cuanto menos, hechas a medida… igual deberíamos de plantearnos la conveniencia de seguir su guía.
No tiene mucho sentido seguir queriendo mantener unas “esencias” en un tipo de fotografía que está en claro retroceso. Está actitud, además, genera un peligro extra. El de que entre esta “vieja guardia” y los que siguen a ciegas la fotografía ilustrativa que llena y domina las redes sociales y casi todos los aspectos de la vida de la gente por debajo de los 35, quede un desierto creativo. Un espacio en blanco en el que nadie busque de qué manera se debe mirar una fotografía que ya no tiene nada que ver con la que se hacía antes de la llegada de la tecnología digital y las redes sociales. Y como esta nueva realidad condiciona la creatividad fotográfica. Si a unos no les interesa y otros se niegan a aceptarla… No es una locura pensar que esta situación llegara a darse… de hecho muchas veces parece que se da.
¿Corre la fotografía el riesgo de convertirse en un cementerio de elefantes que no quieren aceptar la nueva realidad, enfrentados a un montón de inconscientes que solo siguen la moda de la fotografía ilustrativa y no narrativa? ¿Deja esto entre los dos grupos un desierto de creatividad en la nueva fotografía? ¿Cuánto tiempo tardará, si esta situación no se soluciona, en volver a florecer creatividad ajustada a los nuevos lenguajes, soportes, canales …?
Empeñarse en obligar a nativos digitales a ver con mirada analógica es un acto tan naif como inútil, aunque no deja de ser una buena (y necesaria) idea mantener el conocimiento de esa mirada para usarla en los momentos (y frente a las obras) que sea conveniente. Y no es diferente hacer esfuerzos ridículos por dar cuerpo teórico a fotografías cuyo mayor mérito es la acumulación de “likes” en los perfiles sociales del autor. Fotografías cuyo impulso es la comunicación, pero no la creación. Y mucho menos la reflexión meditada de un concepto o idea.
Todos estamos, más o menos, de acuerdo en las bondades de la democracia como sistema para gobernarnos a través de la voluntad de la mayoría. Consecuentemente no nos queda más remedio que aceptar que ahora mismo el “gobierno de la fotografía” está en la imágenes que rebosan las redes sociales. Ellas están marcando el paso en lo que respecta a la creación y los nuevos estándares de calidad. Facebook, Instagram, Twitter… han producido un cambio en la relación que manteníamos con las fotografías. Se ha adaptado a nuestras nuevas vidas conectados a la red.
Tenemos que aceptar, y cuanto antes mejor, que estamos en un momento distinto. Cierto es que transicional, pero un momento por el que se ha de pasar, queramos o no. Esto es lo que Fontcuberta define como: “postfotografía”. Y Robert Shore advierte, bien, que es un momento y no un movimiento. Un punto de inflexión, no un capítulo, en la historia de la fotografía.
Las fotografías ya no son un recuerdo de algo que hemos vivido: “esto era así”, son una confirmación de que nosotros “hemos estado allí”. Ya no son recuerdos, se han convertido en gestos comunicacionales. En mensajes que mandamos a las redes con la esperanza de obtener una validación (like) de nuestros contactos y, aun mejor, de extraños.
Y la máxima expresión de estos gestos comunicacionales son los “selfies”, quizás el tipo de fotografía más ejecutado dentro de la postfotografía. Una manifestación clara del “yo social” que requiere ser publicado para recibir una aprobación (like) que lo valide. Aunque esta práctica, precisamente por la necesidad de esa validación confirmativa, degenera en personalidades dependientes y paupérrimas
Fontcuberta cree que, perdido el carácter y valor documental, la postfotografía es una manera de negociar nuestra idea de realidad. Una reconstrucción de la misma de acuerdo a parámetros más acordes a lo que deseamos. Una construcción intelectual de nuestro ideal. Y buen ejemplo de ello son las fotografías de nuestros perfiles en rrss… quizás no hayáis reparado en ello. Pero nunca os mostráis (nos mostramos) como sois (somos) en realidad. Esa imagen siempre es una idealización. Un “así me veo yo”, “esto es lo que quiero ser”, “así tienes que verme”…
¿Significa esto que la fotografía “clásica”, “canónica” ha dejado de existir o está en vías de hacerlo? No. Nada más lejos de la realidad. Este concepto, el de “fotografía verdadera” ha ido evolucionando con el tiempo. Cierto que a remolque del mismo, pero lo ha hecho. Manteniendo cuestiones básicas casi inamovibles y sumando partes de las esencias de las corrientes puntuales de cada momento. No va a ser diferente ahora.
Es cierto que el calibre y el empuje de las novedades actuales superan, con mucho, a cualquiera de las anteriores. Y no olvidemos el histerismo adanista de las redes sociales (en breve hablaremos exclusivamente de esto en el blog) que hace que un pisotón en un charco se viva como el diluvio universal y las siete plagas bíblicas al mismo tiempo. Todo esto, unido, hace que la percepción mayoritaria es que estamos ante una extinción a gran escala de las fotografías y los fotógrafos clásicos. Aunque, como he dicho antes, esto no se ajusta ni se acerca a la realidad.
Pero, no obstante, esto no es óbice para que nos preguntemos si aun podemos seguir valorando la fotografía, sea la que sea, solo con los criterios que parecían tan sólidos antes de que Internet viniera para cambiarlo todo. En mi opinión: no.
La industria de la música ha perdido años luchando contra algo parecido, creyó que las descargas iban a ser el final y no supieron ver que ahí estaba el futuro. Ahora los servicios de streaming, con Spotify al frente, comen terreno, día a día, a una industria cada vez más irrelevante y mas ciega a unos cambios que no solo han cambiado el aspecto industrial, también el proceso creativo, la relación de los artistas con sus obras y con sus seguidores… Las multinacionales perdieron el tren del futuro reclamando un status quo que ya no tenía sentido y al que cada vez menos gente quería seguir perteneciendo.
Y el mundo de la fotografía, a pesar de no ser una industria tan poderosa, se enfrenta a una tesitura parecida. Todo ha cambiado, los móviles con cámara han sido la palanca arquimediana que ha movido el planeta fotográfico… Pero artistas como Erik Kessels siguen insistiendo en cosas que ya no tienen sentido. Empeñados en seguir mirando atrás mientras el futuro se aleja de ellos y en creer que pueden forzar a la realidad a adaptarse a sus deseos…
No hay nada de malo en ser purista, de hecho es una virtud. Tanto como defecto es la inflexibilidad… O el construirse teorías a medida como si fuéramos niños justificando por qué el puré está en la pared y no en nuestro estómago.
No hay una única forma de ver la fotografía en este momento. Porque es un momento de transición. De paso adelante. Donde lleva ese “adelante” aún no está claro. Faltan trabajos de madurez con criterios asentados, sólidos y, sobretodo, originales. Que cimienten un periodo como el que abandonamos ahora. Pero una cosa si es cierta y segura. Obligarse a ver, solo, con ojos del pasado, nunca ha sido buena idea.
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A parte de la sociedad si la ha cambiado la información que circula por la redes. Por lo general lo positivo o lo negativo influye en una sociedad, sobre todo en personas que no están rodeadas de información positiva, ya que las mentes se cultivan a razón de las vivencias personales de cada uno y en los lugares que se cría. También es evidente que la fotografía no es igual que en los 90´s donde en una excursión de fin de curso el único que iba con una cámara de carrete era yo y una madre de un alumno el… Leer más »
Muchas gracias, Samuel, por una respuesta tan extensa y tan estructurada… Coincido contigo en la mayor parte de lo que dices, aunque si tengo algún matiz en lo que respecta a las redes sociales. Evidentemente los likes y las redes sociales no son «la realidad». Pero si son parte de ella. El error está en darles una categoría absoluta y no la parte que les corresponde. Los likes, como dices, no te dan de comer. Pero si sabes rentabilizar esa visibilidad se puede monetizar. No «per se», pero si como un aporte más. Se trata de reconocer los cambios que… Leer más »
Me interesa un par de contraposiciones que has mencionado: Fotografía ilustrativa / narrativa y comunicación / creación. ¿Tienes algo más escrito sobre estos conceptos?
Hola Rafael:
Me alegra volverte a ver por aquí. Algo tengo escrito sobre las contraposiciones que mencionas. Pero son posts en proceso. Aun no están acabados, pero en no mucho tiempo los podrás leer aquí. Espero que te resulten interesantes… Y, si no es así, que me lo hagas saber. De pocas cosas se aprende tanto como de vuestros comentarios.
¡Saludos!
Hola Josep, No podemos negarlo, ni mirar para otro lado, ciertos avances tecnológicos como Internet han venido a cambiarlo todo. El cambio creo que es tan profundo que nos cuesta ver el alcance que realmente supone, sin vuelta a atrás como bien dices. Estoy totalmente de acuerdo que en la fotografía, como tantos otros sectores, estamos en una etapa de transición, de la que podemos o debemos preguntarnos, para intentar arrojar algo de luz y atisbar los derroteros que seguirá el medio. Coincido completamente contigo en que esta reflexión no la podemos hacer con ojos del pasado, ¡la fotografía ha… Leer más »
Hola Braulio: Lo primero disculpas por tardar tanto en responderte… la web ha necesitado unos ajustes que me han tenido más ocupado de lo que hubiera querido. Pero ya estoy aquí. Lo segundo gracias por comentar. Y más con un comentario tan acertado y elaborado. Comparto contigo que cada brecha tecnológica «mata» las anteriores reglas y, necesariamente, genera, con el tiempo, una nuevas. Aunque, al contrario de lo que muchos «nuevos creadores» aseguran, no invalida lo hecho. Al contrario le da más valor. Porque, se quiera o no, todo lo nuevo se cimienta en lo anterior. Por mucho que se… Leer más »